domingo, 7 de agosto de 2011

PRENSA COMARCAL

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Torrevieja
Con bouquet de laguna salada
Bodegas Bernabé Navarro demuestra el gran valor del vino de La Mata más allá de su venta tradicional a granel

Una producción singular. Son dos caldos combativos. De fuerte personalidad étnica. Salina. «El Carro» y «La Viña de Simón». Producidos con uva de los viñedos del Parque Natural de La Mata nacieron con la vendimia de agosto de 2010. Llevan el membrete de Vinos Culturales y ambos se han convertido en carta de presentación de las Bodegas Bernabé Navarro. En ellas se han elaborado por primera vez estos caldos cuyas especiales propiedades organolépticas los convierten en únicos y consolidan la apuesta por un vino de mesa de esta tierra más allá de la tradición de venta a granel.
T. SEMPA ­Ya en 2004 supieron vislumbrar estas bodegas los valores de unos vinos de La Mata cuya elaboración se mantuvo entre los materos por costumbre, siguiendo una tradición practicada durante generaciones con cepas que milagrosamente se vieron protegidas de la filoxera por la arena. Y así, combinando la más pura tradición vinatera de la zona con las nuevas tendencias ecológicas en cultivos que no emplean herbicidas ni productos de síntesis, surgieron estos caldos que toman sus nombres de sendos «pagos» existentes en las tierras que circundan la laguna salada. A levante uno, a norte el otro. Pequeñas fincas de apenas una hectárea, labradas en suelos de textura arenosa (80% de contenido en arena) y muy poco orgánicos, cuyo sustrato de dunas fósiles de origen litoral enriquece su originalidad.

Cien por cien Moscatel de Alejandría «El Carro». Cien por cien meseguera «La Viña de Simón». Viñas situadas a nivel del mar. Cepas a ras de tierra podadas en vaso, cuya sola estampa remite ya a viñedos genéticamente viejos y de baja producción. De pie franco que las llaman. Cultivadas en secano riguroso. La cosecha, manual, en cajas de apenas 15 kilos, para que no sufra el grano.

La uva se pisa. El respeto por la tierra y por sus frutos se lleva al extremo en cada fase del proceso de elaboración. Prensado en frío en prensa vertical de husillo. Fermentación en barricas de roble francés nuevo, para especiar los aromas. Levaduras naturales autóctonas, del propio viñedo. Y pasa a envejecer entre 4 y 6 meses en barricas de 500 litros antes de su embotellado, en marzo de 2011. Son vinos apenas intervenidos: mínima adición de sulfurosos, sin encimas, sin bacterias, sin clarificado, sin filtrado. Sin secretos.

Simón Pérez, Simón, lleva más de 50 años haciendo vino de La Mata como lo hacía su padre. Con la uva que hubiera. Cuando había más, más. Cuando menos, menos. Como otros materos mantiene todavía en su casa la pequeña bodega donde cada septiembre comenzaba el ritual del vino. Parte para consumo familiar. Parte para la venta, a clientes de toda la vida, y a algún curioso cuando el boom residencial llenó de turistas el pueblo.

Nueva vendimia
A las nuevas generaciones de materos ya no les interesa tanto el milagro del mosto. Por eso ven el cielo abierto cuando las Bernabé Navarro se interesa por su uva, una parte de su propia vida. Y así nació «La Viña de Simón», de preciosa lágrima, pálidos dorados, intenso. Con inevitables aromas salinos, de flores y frutas blancas maduras con toques de crianza. Equilibrada acidez, pera y fruta tropical. En el paisaje lagunar se dibujó también durante años la silueta de un carro que vigilaba las viñas rasas del pago de su propietario. Y «El Carro» es ahora vino de lágrima densa, pajizo verdoso. Aromas de moscatel, salino, miel y flores blancas. Buena acidez, largo y elegante que dicen los que saben degustar.

Una producción limitada, 600 y 1.000 botellas respectivamente, y la fuerza expresiva de estos vinos de La Mata los han convertido en objeto de deseo de expertos y coleccionistas de todo el mundo que desde el pasado mes de mayo, cuando fueron lanzados al mercado, lo solicitan a las Bodegas Bernabé Navarro. Estos días de agosto son, de nuevo, días de nueva vendimia para las uvas. Para continuar y mejorar esta experiencia que da vida a una tradición vitivinícola que se pierde en las dificultades que tienen los agricultores de La Mata para atajar las plagas contra las que no se puede actuar en un espacio natural o el gran estrés hídrico que sufren las viñas donde –tampoco– se puede instalar goteo. Pero el corcho de estas botellas de vino seguirá conservando en cada una de ellas reflejos mediterráneos de la tierra más terca de levante.

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